Rebotan la luz, destacan piezas específicas o puntos focales, amplifican o, simplemente, decoran con estilo. Lo cierto es que los espejos son protagonistas peculiares de los espacios, ya que lejos de robar la atención, la llevan hacia otros elementos.

 

No existe casa sin espejos. Por lo general, los encontramos en el baño o el tocador de la habitación. En los hogares limeños, es muy frecuente tener uno sobre la consola del comedor. Y últimamente, es más común toparse con alguno en el recibidor o la entrada de un departamento. 

Pensar en el espejo solo como un objeto funcional para echarse un vistazo antes de salir de casa es historia pasada. Hoy, sabemos que su dimensión, ubicación, disposición, forma y enmarcado le otorgan múltiples cualidades a nivel práctico, pero también estético e, incluso, arquitectónico. 

Bien colocado, un espejo aporta valor, profundidad y estilo. Su efecto multiplicador nos permite jugar de mil maneras, incluso incorporándolo como parte de otras piezas decorativas.

Si nuestra intención es sumar personalidad, elegancia, extensión y luminosidad a nuestros espacios, sin duda, los espejos son la opción ideal. Conociendo su potencial, podremos producir la mejor primera impresión y completar los ambientes para disfrutarlos aún más.

ILUMINA CON SOFISTICACIÓN

Los espejos no solo reflejan objetos, sino también -y, principalmente- la luz. Esto quiere decir que son excelentes aliados a la hora de iluminar estancias. La luz natural que ingresa en un espacio puede multiplicarse en toda el área gracias a ellos. 

Ana Teresa Vega Soyer, curadora y fundadora de Casa Soyer, especifica: “Puedes rebotar la luz magníficamente con un espejo de grandes proporciones. Esta es una salida muy práctica para espacios pequeños y oscuros. Además, se puede crear la sensación de ‘jalar’ hacia adentro el verde o la vista exterior”.

Es recomendable, para darles este uso, colocarlos frente a lámparas o directamente frente a las fuentes de luz natural. En este último caso, como menciona Ana Teresa, también resulta beneficioso que sea frente a una vista agradable, como una jardinera bonita, un parque frondoso o la insuperable vista del mar.

ACENTÚA LO BELLO

Así como con las fuentes de luz natural, debemos observar qué reflejará el espejo que no tiene la función de iluminar. Tal vez, podemos darle la intención de atraer la mirada hacia un lugar específico o poner énfasis en determinado lugar.

Para lograr este objetivo, podemos proyectar la imagen de un punto focal como una pieza de arte, sea esta un cuadro o una escultura. También se puede apuntar hacia un mueble atractivo o una planta interior para sumarles relevancia.

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GANA ESPACIO

Cuando no tenemos mucho metraje, los espejos ayudan a crearlo. Esta es su sorprendente cualidad a nivel arquitectónico. Pueden crear la ilusión óptica de ser otro ambiente colindante, generando sensación de amplitud y apertura. En ocasiones, pueden incluso hacer que las columnas desaparezcan de nuestra vista.

Pensando en esta función particular, Ana Teresa Vega Soyer sugiere: “Un espejo puede verse cargado cuando le pones marco; pero si no se lo pones, vas a generar una ventana. Puedes hasta duplicar el espacio con una gran ventana”. En este punto, la experta recomienda, con ayuda de una asesoría adecuada, jugar con la psicología de la forma y la percepción. 

“Enchapa de pared a pared con espejo y crearás profundidad”, añade. “Puedes reflejar todo el espacio e, inclusive, el ambiente que colinde; haciendo que el espejo se convierta en una mampara”. 

Jugar con los formatos de los paños de espejo o alternarlos con secciones de pared son detalles que crean acabados únicos; ese nivel de exquisitez que hace que una estancia sea verdaderamente especial. Ana Teresa precisa que el canto del espejo puede ser con bisel para que la junta no sea tan recta, pero también se puede pedir canto pulido o bisel uña de gato para que el encuentro sea casi imperceptible.

O SIMPLEMENTE...DECORA Y DISFRUTA

Los marcos, formas, materiales y colores del espejo pueden ser bellos en sí mismos. Por eso, combinar varios tamaños y distribuirlos en una sola pared puede crear una sensación visual placentera. Componer sobre un muro con espejos en lugar de cuadros o fotos es audaz, lúdico y permite exhibir el estilo personal de quien se anime a hacerlo.

Los marcos de madera (en tonos naturales o envejecida) se recomiendan para ambientes rústicos. Los de metal tienen un aspecto más moderno o minimalista y los de pan de oro o en tonos metálicos como el bronce o el dorado pueden verse mucho más en entornos lujosos, distinguidos y solemnes.

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El biselado -es decir, la forma en que se trabaja el borde del espejo que no lleva marco- también aporta un discurso propio. “El bisel pronunciado logra un efecto más clásico, mientras que el canto pulido es más moderno y minimalista”, acota Ana Teresa. 

En cualquier caso, se puede romper y rehacer las reglas al antojo de cada quien, siempre que exista un sentido de la armonía y el balance. Las posibilidades son casi infinitas, pero eso que queremos expresar de nuestro propio estilo a través de piezas tan complejas y ricas como los espejos, eso es lo verdaderamente único.